Aprendiendo a caminar, pt1



A veces me cuesta entender, entenderme a mí misma, a la vida, a los demás. Y me pregunto si realmente en algún momento llegamos a entender algo o si simplemente nos conformamos con la ignorancia para poder seguir, porque desde luego, un planteamiento profundo y constante de todo, cansa y para, y en la vida supuestamente hay que seguir, siempre. 

Pero si nada tiene sentido, ¿hacia dónde sigo? Si todo es relativo, ¿qué escojo? Estoy llena de responsabilidades que me obligan a hacer algo, a tener algo en mente, un camino corto que se termina, pero camino al fin y al cabo, porque parar no es una opción, pero aun así, aquí estoy, escribiendo, ya ni las responsabilidades me alejan de las preguntas que me tienen parada, bueno, parada, o quizás dando vueltas. No sé porque siento que pararse es igual a morir, y si todo es relativo, también debería replantearme esa idea. Quizás es porque parar es imposible, parar de pensar, en mi caso, parar de soñar, parar de vivir, no se puede, solo se para cuando te mueres. Pero estaría bonito parar, me encantaría no moverme nada, que todos mis átomos se quedarán quietos, congelados, por un instante, y ver a dónde me lleva la conciencia. Sería precioso parar, pero no quiero parar siempre, quizás sí durante mucho tiempo, pero no para siempre. 

En vez de eso, me tomo pastillas que me aceleran, me tomo drogas que me hacen tomar cinco caminos diferentes a la vez, conozco a personas con las que creo caminos, me lleno de acciones que me hacen caminar sin mirar. Y es que creo que lo contrario a parar, cuyo objetivo es observar, encontrarse y ser, es caminar con los ojos cerrados, y eso es literalmente lo que estoy haciendo. Me canso y no disfruto, me abruma la confusión de no saber dónde estoy y al final mis decisiones son tan arbitrarias por la falta de información visual, que estoy en un sitio que no sé cual es, ni sé cómo he llegado a él, puedo imaginármelo, intuirlo, pero nunca saberlo con certeza, porque llevo demasiado tiempo con los ojos cerrados. 

Entonces, antes que aprender a parar, tengo que aprender a mirar. Y es muy duro mirar, porque mirar es ser honesta, es ver realidades a las que has llegado tu solita y ser consciente por primera vez de ello, es darte cuenta que hay gente que está más lejos de lo que pensabas y sobre todo es responder a la pregunta "¿estoy dónde quiero estar?" y no a la pregunta "¿estoy dónde debo estar?"

Mirar y parar, verbos de acción que requieren una voluntad, voluntad que creo inexistente en mí, pero esto no se está escribiendo solo. ¿Confiar? quería encontrar una palabra que me animase a cambiar la visión negativa que tengo en muchos aspectos sobre mi, y precisamente la palabra "confiar" me ha creado demasiadas emociones contradictorias, porque confiar da miedo, y mira que confío en los demás, mucho, pero me cuesta confiar en mí, porque fallarme a mi misma duele más que me falle cualquier persona. Miedo a fallarme, miedo a confiar en mí por equivocarme, pero es que nunca, nunca podré tomar una decisión en mi vida si no confío, y no existe nada más peligroso que acabar en un sitio que no quieres estar por culpa de no confiar en uno mismo. Prefiero mil veces morirme por mi culpa, a que me maten otros porque yo se lo permití. 


Mirar, parar, confiar y ya por fin, caminar. 

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