me llenastes de besos en noches apagadas,
te miré con tanta luz que ahora mi bombilla está fundida,
me enseñaste un olor que ahora no olvido,
me tocaste una fibra y ahora mis nervios no funcionan,
no siento más que el dolor del vacío,
me hiciste dudar de quién era y que merecía,
me perdí en ti y sé que fue culpa mía,
no puedo odiarte
y aún cuando el tiempo se lleve el dolor y consigo el amor,
jamás podré odiarte,
porque no me dejaste,
porque conocí de ti algo puro lleno de sangre,
y esa combinación es preciosa,
como se junta la luz de un amor con las sombras de la vida
y dan lugar a algo que invade, que llena, que completa,
dan lugar a lo que eres y lo que yo probé,
y cuánto me gustaría seguir probándote, todas las noches y todos los días,
cuánto me gustaría que la vida sólo fuera pasión
y la incompatibilidad, el sufrimiento, la necesidad de seguridad, el hoy y el mañana,
como me gustaría que nada de eso existiese,
que solo existan las miradas infinitas,
aquellas que nunca desaproveché, para mirarte y ahora recordarte,
que me rompiste el corazón,
que me hallo escribiéndote y extrañándote,
reviviendo cada uno de tus besos,
de tus risas,
de tus confesiones,
de tus películas,
de tus recetas llenas de especias,
de tu carita de dormido con media sonrisa,
reviviendo lo que fuimos
y por más que duela no seguir a tu lado,
por más que me cueste entender este momento,
no cambiaría nada,
no cambiaría ni un solo segundo, ni una sola lágrima,
no cambiaría nada porque eres perfecto dentro de tu caos,
dentro de todo el espacio que tienes para crecer,
eres perfecto, fuiste perfecto,
me llenaste, y eso no se olvida,
a ti no se te olvida.
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